Taller Disciplina Positiva - 12 Dic 2015 (Marisa Moya)

Sección de Disciplina Positiva fruto del maravilloso taller impartido por Marisa Moya en nuestro Colegio.

TALLER DISCIPLINA POSITIVA, por Marisa Moya
12 de Diciembre de 2015 - CEIP Nuestra Señora de Val.

Marisa Moya es directora de la EscuelaInfantil Gran Vía y forma parte de DisciplinaPositiva España


Gracias al trabajo de Cristina Gómez es posible descargar el audio del taller AQUÍ  ► 




Marisa Moya

Maestra de Educación Infantil, Psicóloga. 
Directora de Escuela Infantil Gran Vía, escuela enREDada.
Facilitadora de Disciplina Positiva para familias y docentes.

 Los pilares fundamentales de la disciplina positiva.
Tanto padres como docentes hemos visto cómo en pocos años ha habido cambios importantes en la perspectiva sobre el ejercicio de educar. Un arte que se aprendía de tus padres y antepasados. Hoy ya no queremos ser perpetuadores de pautas sin más, algunas las sabemos sabias, otras las cuestionamos, ponemos en revisión todo aquello que hemos vivido en nuestra infancia y que consideramos fueron experiencias que no aportaron beneficios a nuestro desarrollo personal. Pero en este proceso de búsqueda de nuevas fórmulas educativas nos encontramos muchas veces con desconocimiento de habilidades que nos lleven a esas metas que supone el largo camino educativo y nos desanimamos por la falta de habilidades y competencias para lograrlas. En muchas ocasiones vivimos ser conductores y guías en este viaje como frustración porque no sabemos cómo conseguir afrontar los desafíos y retos de la vida cotidiana a la que nos enfrentan los niños. Atendiendo a estas necesidades la Disciplina Positiva es una filosofía de vida, es un manojo de criterios muy prácticos para padres y profesores que deseen ayudar a sus hijos y alumnos a desarrollar autodisciplina, responsabilidad y capacidades y actitudes positivas. Estaremos desarrollando el enfoque de la Disciplina Positiva y alejándonos de prácticas no respetuosas si nuestra actitud y actuación responde afirmativamente a estas preguntas:
  • ¿Mantiene la dignidad y el respeto? Todos tenemos este derecho, los niños también, siempre.
  • ¿Tu actuación es amable y firme al mismo tiempo? Entonces has generado un entorno motivador y respetuoso que no les haga sentir desorientación, tampoco vergüenza o dolor. Los métodos autoritarios carecen de la cordialidad, cuando nos disgustamos nos vemos atrapados en la falta de amabilidad. Los permisivos carecen de la firmeza, por temor a los efectos negativos del autoritarismo.  Normalmente, los adultos nos movemos entre uno y otro estilo educativo porque no sabemos cómo se hace una práctica de respeto mutuo.
  • ¿Ayuda a los niños a tener sentido de conexión? Sentirse tenido en cuenta e importante para tus allegados es la finalidad de todos los seres humanos, sobre todo en los niños y más que nunca en la edad temprana que es cuando se forjan los cimientos de la individualidad. La conexión es crucial en todas las relaciones educativas.
  • ¿Es efectiva a largo plazo? La Disciplina efectiva no pone el foco en la conducta sino que intenta identificar la creencia detrás del comportamiento. Reconoce las razones que hacen actuar a los niños de cierta manera y trabaja para cambiar esa creencia, en lugar de intentar sofocar o cambiar solamente el comportamiento puntual. Considera lo que el niño está pensando, sintiendo, aprendiendo y decidiendo acerca de él mismo y de su mundo y qué hacer en el futuro para sobrevivir o prosperar.
  • ¿Enseña importantes habilidades sociales y de vida? La Disciplina Positiva favorece una comunicación enfocada en que el niño desarrolle competencias, respeto, interés por los demás, habilidades para resolver problemas, responsabilidad, participación, colaboración… Para ello es necesario que el adulto modele una disciplina que enseñe, una disciplina no enfocada en lastimar sino en ayudar. Una disciplina que destierre el castigo como práctica educativa.

Antecedentes y surgimiento de la disciplina positiva.
Encuentra sus raíces más profundas en Alfred Adler (1870-1937), médico y psiquiatra austríaco. Adler practicó lo que se denomina Psicología Individual. El deseo de Adler era el de mejorar psicológicamente al ser humano y a la humanidad en su conjunto, y se dio cuenta de que para lograr este objetivo era preciso desarrollar un método que pudiera brindar a padres, profesores y pedagogos (visionario y pionero en la necesidad de establecer colaboración entre los distintos agentes educativos) una alternativa de enseñanza superadora de la disciplina dura o punitiva que predominaba hasta el momento. Introdujo la idea de educación para padres invitando a tratar a los niños con respeto pero también argumentaba que consentir y sobreproteger no era alentador para ellos y podía producir problemas sociales y de comportamiento. Su modelo fue desarrollado de manera más práctica por Rudolf Dreikurs:
  • Un niño con problemas de comportamiento es en realidad un niño desmotivado, que tiene que ser acompañado en un proceso de confianza y empatía.
  • A Dreikurs le debemos el concepto de “educación democrática” que se trata de enseñar a padres y maestros a educar mejor, con el fin de una intervención preventiva y no meramente correctiva.
La disciplina positiva ha sido desarrollada y llevada a la práctica por Jane Nelsen, Lynn Lott, y muchos otros…
¿Por qué te parece un enfoque adecuado para educar a los niños y las niñas?
Porque la Disciplina Positiva tiene en cuenta la naturaleza infantil, sus características y necesidades y ayuda al educador a “meterse en los zapatos de los niños”, a tomar conciencia de que para cumplir con la tarea de la educación debemos hacernos sensibles a que en cada uno de nuestros chicos hay un sinfín de necesidades vitales únicas que según sean atendidas van a dar lugar al bienestar infantil o a niños hipervigilantes o niños con sentimientos de insuficiencia e incapacidad porque sus tensiones cotidianas no encontraron el alimento armónico. Al finalizar cada día el niño tiene que tener la garantía de que ha sido acompañado en su proceso vital por un adulto que ha facilitado su crecimiento personal. Con conciencia podemos responsabilizarnos de nuestra conducta y modificarla de forma que les induzca a mejorar la suya sin perjudicar su autoestima.
Nuestro “piloto automático” a la hora de educar está lejos de la idea de la disciplina positiva. ¿Cómo se puede escapar de la inercia en este sentido?
Sí, cambiar hábitos y costumbres tan arraigados en la sociedad no es fácil. Seguimos reproduciendo patrones que nos aplicaron en nuestra infancia porque no estamos acostumbrados a hacer prácticas de introspección que nos ayuden a tomar conciencia de las piezas de nuestro puzle emocional que no logramos integrar o que supusieron traumas, y cuando somos educadores, en los momentos de desánimo y tensión son las que reproducimos en la educación de nuestros chicos, sin darnos cuenta de que esto tiene consecuencias a largo plazo en sus vidas. Si a esto unimos que educar es una tarea hermosa pero muy difícil tenemos ingredientes para que algo que es clave como el respeto mutuo no sea un concepto que se adopte de un día para otro en la práctica de hogares y aulas. Los adultos tenemos mucho que ver en los problemas de conducta de los niños, no es cuestión de culpabilidad, se trata de responsabilidad. No se trata de cuestionar intencionalidad, que esa ya sé que los educadores, especialmente los padres, tenemos la mejor. Nos desvivimos en querer dar respuesta pero perdemos mucha energía porque no nos preguntamos genuinamente a qué debemos responder. Entramos en una filosofía que se mece entre la inercia de la costumbre y el vasallaje al consumismo, que también existe en educación. En el mejor de los casos pulimos el escaparate, poner aquí y allá pinceladas de tendencia para que todo mantenga la apariencia y nos haga sentir tranquilos de que cumplimos con la obligación. Hay ya mucha terminología democrática en nuestro lenguaje pero sigue habiendo demasiadas actuaciones desafortunadas, se sigue utilizando la amenaza, el chantaje, el soborno, la humillación, el premio, el castigo… sin darnos cuenta de que somos entrenadores de vida y que con cada una de nuestras conductas podemos estar consolidando aquello de lo que nos quejamos, que los niños sean difíciles. Sin darnos cuenta de que en nuestras manos está el que el niño tenga éxito y aprenda cómo se hacen las cosas. Sin apreciar que somos los entrenadores de principios y valores, de las habilidades necesarias para participar en el mundo más amplio de la sociedad. ¡Hay pocos trabajos con una responsabilidad de tal magnitud!
 Cuando se habla de la disciplina positiva, algunos lo entienden como permisividad o como un enfoque en el que no se marcan límites. O dicen que sin castigo o refuerzo negativo (como por ejemplo ignorando una rabieta) no se puede educar. ¿Qué se puede contestar ante estas críticas?
Quizás estas críticas se basan en el desconocimiento de la Disciplina Positiva porque nuestra filosofía se distancia del control excesivo y externo del autoritarismo que acaba siendo humillante para niños y adultos, no enseñan responsabilidad e invita al sometimiento a las prohibiciones o a la revancha y la rebeldía, pero también consideramos irrespetuosa la permisividad en la que tanto niños como adultos eluden la responsabilidad. A esta confusión les induce el término “amabilidad” que junto con la firmeza es piedra angular de la Disciplina Positiva. Cuando decimos que en un conflicto el adulto debe mantener la amabilidad lo interpretan como complacencia, consentir al niño. Esto no es así, amabilidad supone no perder el respeto precisamente cuando el niño más necesita de nosotros, cuando no sabe o se equivoca, cuando estamos modelando cómo hacer frente a los problemas y situaciones complicadas de la vida. En Disciplina Positiva sí se establecen límites pero, y en esto nos distanciamos mucho de otros enfoques, el propósito de los límites es mantener a salvo la seguridad infantil y que estimulen la adquisición de autocontrol y responsabilidad. No los fija el adulto, ni los impone, se establecen con acuerdos (a partir de cuatro años en función de la responsabilidad que va manifestando el niño), involucrando en su establecimiento. Cuando les explicamos a nuestros hijos y alumnos el sentido o la razón de un límite y les damos participación, los estamos valorando como personas capaces de reflexionar, valorar, tener iniciativa, tomar decisiones, de comprender. Y porque los niños estarán más dispuestos a respetar los límites que ellos mismos han ayudado a establecer, ya que comprenden por qué son necesarios y cómo ser responsables de ellos. En cuanto al castigo, la Disciplina Positiva es firme, no lo contemplamos como herramienta educativa, es cierto que se pueden conseguir resultados más rápidos pero ¡cuidado! perpetúa el bucle de venganza, se basa en sentimientos de humillación a los que el niño solo puede responder con conductas negativas. Alimenta la desconexión, la falta de comunicación. Aleja al niño del adulto.

En los libros sobre disciplina positiva se dice que un niño que se porta mal lo hace porque se siente mal. ¿Cómo podemos los padres averiguar el malestar que se esconde detrás de un mal comportamiento?
Así es, Dreikurs decía que un niño que se porta mal es un niño desanimado, que no ha encontrado la manera de perseguir las finalidades de pertenencia e importancia y que basándose en creencias erróneas de cómo lograrlas elige estrategias inadecuadas, de atención indebida, de poder no constructivo, de venganza para mitigar el dolor que le produce no conseguir el sentimiento de ser tenido en cuenta o bien de insuficiencia o incapacidad cuando llegan a la conclusión de que darse por vencidos es la única opción porque realmente no valen para nada. La mala conducta es una llamada, una petición de ayuda inconsciente por parte del niño al adulto. Falta de competencias (no poseo más desarrollo cognitivo, ni tampoco de orden socio emocional), desconocimiento, ¿quién nació con  las normas de conducta aprendidas?, desmotivación, ¿cuántos conflictos provoca el cansancio en los niños, cuando tienen hambre, cuando tiene sueño, cuando tienen exámenes…? o tan solo cuando han vivido un acontecimiento que les hace reaccionar desde su cerebro primitivo en el que la razón no puede actuar. En esta petición de ayuda, en cada una de las malas conductas hay un mensaje tácito, soy un niño y solo quiero pertenecer. ¿Parecería distinta la mala conducta si la concibiéramos como fruto “del desánimo”, fruto de “falta de competencia”, “una conducta del cerebro primitivo” o una “conducta apropiada para la edad”?  El niño no necesita en esos momentos la corrección, el niño necesita que entendamos y comprendamos, (no confundir con aceptación del mal comportamiento), que trabajemos “la calma” para que su cerebro más racional le permita enfocarse en soluciones. Para reconocer ese mensaje oculto del mal comportamiento, la razón que lo motiva, el adulto debe preguntarse a sí mismo qué emociones despierta en él, cuál es su reacción emocional,  porque este mal comportamiento es la solución que pone el niño a su problema más profundo para obtener la conexión que necesita. Nuestros sentimientos son los que nos indican el objetivo erróneo del niño.
¿Es cierto que es necesario hacer caso a los niños cuando menos lo merezcan, porque es cuando más lo necesitan? ¿Cómo podemos ayudarles?
Sin duda, otro de los aspectos que es difícil de asumir por los educadores. Demasiado frecuente todavía la expresión del “ninguneo”. Los niños no desarrollan características positivas a partir de la ausencia de conexión, tampoco cuando sienten que no son aceptados sus sentimientos. A los padres y profesores nos urge acabar con las malas conductas y utilizamos herramientas a corto plazo para acabar con ellas sin ser conscientes de que para que los niños se porten bien no hay, antes, que hacerles sentir mal porque esto no es motivador. Los niños se portan mejor cuando se sienten bien y se sienten bien cuando sus sentimientos son escuchados y comprendidos. Esta es la vía para poder comunicar con el malestar infantil, un proceso de confianza y empatía para que el niño se sienta seguro y abierto a la comunicación y el enfoque en soluciones.
Mensaje clave transmite Disciplina Positiva España.
El mensaje clave de la Disciplina Positiva es que los educadores tenemos en nuestras manos mejorar el mundo haciendo que las relaciones estén basadas en el respeto mutuo y en el amor. Cualquier niño puede aprender a colaborar creativamente y tener autodisciplina sin perder su dignidad. Podemos mediante el aprendizaje de nuevas habilidades alcanzar el propósito a largo plazo de los padres, ayudar a sus niños en el desarrollo de la autoestima y las destrezas que necesitan para ser seres humanos efectivos, felices y miembros contribuyentes al bienestar de su familia y la sociedad.

Bibliografía: 



Enlaces:

Página en Facebook de Disciplina Positiva España: https://www.facebook.com/pages/Disciplina-Positiva-Espa%C3%B1a/512528472169778
Web de Disciplina Positiva en América: http://www.positivediscipline.com/

Agradecimiento a Marisa Moya:


Desde la Comisión de Familias y desde la AMPA del CEIP Nuestra Señora del Val, así como desde los propios padres, madres, maestros y maestras participantes, queremos agradecerte y hacerte llegar el agradecimiento de los y las participantes, por el taller que nos ofreciste de Disciplina Positiva.

Muchas gracias por sembrar en nosotros y nosotras esa semilla que nos lleva a tener presente la importancia de las palabras que decimos y el modo en que las decimos.

Muchas gracias por mostrarnos otra manera de hacer.

Muchas gracias por hacernos ver que existe un estilo de maternidad y paternidad basado en la firmeza y la amabilidad.

Muchas gracias por ponernos unos grandes espejos en los que mirarnos con tanto mimo y cuidado.

Muchas gracias por el respeto hacia nuestra torpeza de mostrar normas a nuestras hijas e hijos.

Podríamos seguir de manera infinita.

Y sobre todo, muchas gracias por insuflarnos ilusión en y para la educación de nuestras hijas e hijos.

Comisión de Familia
AMPA Nuestra Señora del Val